viernes, 20 de noviembre de 2009

El milagro coreano y la reforma de su educación

Corea del Sur es un país que vale la pena estudiar. Aplicó una reforma de la educación bastante agresiva que en apenas unas décadas la ha colocado a la punta de las evaluaciones internacionales. Por ello resultó bastante interesante asistir esta semana al evento "Sistema educativo en Corea: ¿Cómo lo hicieron?" organizado por el Consejo Nacional de Educación, la Universidad del Pacífico y el Instituto Peruano de Acción Empresarial (IPAE). En él habló Ki Seok Kim, un académico coreano que brindó relevante información acerca de la reforma educativa en ese país.

Por ejemplo, comentó que en Corea un logro de la reforma educativa es que en el presente ningún estudiante se retira y que el 81% de ellos termina yendo a la universidad.
En parte Kim contó que este éxito fue posible por el inmenso apoyo que hubo de los padres de familia. En la actualidad las familias coreanas invierten la mitad de sus ingresos en la educación superior o técnica de sus hijos. También tiene un gran impacto el reconocimiento de los profesores, no solamente económico, sino también en prestigio. Para responder la pregunta de un asistente al evento, Kim dijo que en Corea ser docente no es un trabajo, sino una misión.

Esto, que en Corea fue consecuencia de una fuerte tradición que data de siglos atrás, actualmente está constatado por muchos estudios alrededor del mundo. Como lo hallan varios de estos, se tiene identificado que la calidad de un sistema educativo es solamente tan bueno como la calidad de sus docentes.
Esto los peruanos ya lo sabemos. Conforme las nuevas tecnologías se hacen cada vez más útiles y la pedagogía avanza en hallazgos sobre las mejores maneras de enseñar en general y para cursos en especial, se hace cada vez más necesario que los docentes estén en capacitación constante.

Quizás el sistema de evaluación promovido por el Ministerio de Educación tenga muchas críticas y muchos problemas. Pero por lo menos el ideal es el correcto. Tenemos que identificar a los docentes que ven su ocupación como mucho más que solamente un trabajo, sino además como una misión. Y a ellos repotenciarlos y reconocerlos, como se hizo en Corea.